No
se si a todas les ha pasado pero he vivido una situación de
reincidencia que personalmente considero poco saludable. Se trata de
la relación que, hasta hace un tiempo, llevaba con mi ex; una relación sin etiqueta pre establecida, una relación que se
encontraba en el limbo entra la amistad y la relación de enamorados
propiamente dicha.
Para
que entiendan mejor tendría que hablarles de mi ex y la relación que
tuve con él, que para ser sinceros fue bastante intensa, estuvimos
casi dos años (mi record en relaciones formales) y tuvimos muchos
planes a futuro, por ahí hasta se infiltraba la palabra matrimonio
(cosa poco usual en mis relaciones, por mas formales que sean) y
muchos cambios en nuestras vidas (mas en la mía que en la suya) pero
que finalmente se fue desgastando e hiriéndonos mutuamente, y es que
al ver el balance general de la relación en sus últimos días, los números estaban en rojo y negativo.
Siempre creí que si algo no estaba funcionando bien, pues había que
repararlo; mas si ya no tenia solución no era posible fingir que
todo se encontraba bien y continuar; y eso fue lo que paso, por mas
intentos de arreglar o mejorar nuestra relación, se sentía (quizás
solo yo) que estábamos actuando como si fuéramos la pareja perfecta
cuando en realidad todo se encontraba en ruinas y sin futuro. Y sí,
fui yo quien decidió (después de un largo análisis) que esa relación
no podía continuar, que ya no daba para más y que antes de terminar
odiandonos (como la mayoría de parejas terminan) era mejor cortar por
lo sano y a tiempo.
El
no estuvo de acuerdo, pero debía respetar mi decisión, y aunque el
hubiera deseado seguir hasta el final (si es que para él lo hubiese)
con esta mala imitación de relación perfecta, yo no podía seguir
viéndolo con los mismos ojos, ni queriéndolo como antes. No crean que
para mi fue fácil terminar esta relación bastante, significativa en
mi vida, pero me encontraba convencida de mi decisión y por tanto me
haría responsable de sus consecuencias.
Después
de un tiempo y en nombre del espíritu de la madurez, decidimos
(tratar de) ser amigos, un craso error, puesto que aparte de ser un
intento muy inoportuno, ninguno de los dos nos encontrábamos
preparados para esto, por lo que nos quedamos a mitad de camino y ahí
empezó todo.
Si
bien no estábamos, aunque intentábamos ser amigos, no podía hablar
tranquilamente con él (como lo haría con cualquier otro amigo)
porque aun era muy celoso conmigo y muy hiriente en sus comentarios
(dos de las razones mas grandes por las que lo nuestro tuvo que
terminar) y en ese sentido todo lo que tenia que ver con él era mas
que incomodo. Decidí alejarme nuevamente para que esa etapa de
“sentir” que aun tenia razones para comportarse de esa
forma pasase y así poder, en realidad, ser amigos.
Pasada
(o controlada) esa etapa volvimos a intentar ser amigos, pero esta
vez ocurrió algo que podría confundir demasiado las cosas y me
refiero a los populares remenbers.
Por mi parte yo sabia muy bien que es lo que quería, pero el no, por
lo que todo se convirtió en una gran enredadera de rencores y cariños
desgastados. En fin, nada saludable.
Finalmente
decidí ponerle fin a este asunto que no me daba ningún provecho y
menos a el, que cada vez me hacia sentir la peor persona del mundo
por no corresponderle como antes, pero no se mentir y menos si se
trata de sentimientos.
Desde
que me aleje por completo (y esta vez de verdad) me siento mejor. No
cuidar lo que digo ni lo que hago, porque ya no me importa lo que
alguien vaya a pensar cuando se lo diga o lo vea, me siento mejor
porque no necesito cuidar sentimientos como si fuesen cajitas de
cristal que en realidad no estoy dispuesta a cuidar y finalmente
estoy feliz porque no es justo no corresponderle a alguien que te
(dice) quiere tanto.
Así
que no caigan en esta reincidencia, si ya no se quiere a alguien,
dejenlo ir para que pueda empezar de nuevo, al mismo tiempo te dejas
libre a ti para poder ver hacia adelante, sin ataduras pasadas.