jueves, 19 de enero de 2012

No Puedo Enamorarme De Ti, No.


No sé si sea pura pendejada del destino o qué, pero siempre terminamos enamorándonos de las personas menos indicadas, de las personas que tienen todo un lio en el corazón, de aquellas que no pueden estar con nosotras, de aquellas que nos quieren,  pero no de la misma forma.

La verdad no sé cómo explicar este fenómeno, estoy segura que todas hemos estado ahí y que tampoco podemos explicarlo hasta ahora, pero pasa (espero que no sea muy a menudo) y debemos saber lidiar con ello, pero ¿Cómo?

Yo (por poner un ejemplo) vivo eternamente enamorada de este chico a quien le llaman Chata; le conocí cuando tenía tan solo 11 años y por tanto ya llevo media vida en este idilio. Aun no entiendo muy bien que vi en él,  no es un Adonis ni menos un modelo de bóxers Calvin Klein; es un chico real (para nada el príncipe azul que todas esperan) algo flacucho, delgado, sin músculos pronunciados, de cabellos negros y algo crespos, tez trigueña, ojos marrones, sonrisa sincera, podría continuar pero creo que ya se entendió mi punto.

Chata es el mejor amigo de mi primo y me lleva por 6 años; 6 años también es la edad del hijo que tiene con su novia de secundaria (aquí se empieza a complicar todo) con la cual no tiene una relación sentimental actualmente (ya hace bastantes años en realidad) y tampoco se llevan tan bien, ella tiene a su hijo viviendo en la capital y él hace lo posible por enviarle dinero suficiente para que no le falte nada, en fin, él ya es padre de familia.

Aquella vez en que le conocí era una niña y por tanto no paso absolutamente nada entre nosotros, pero el travieso destino se encargo de reencontrarnos una noche de discoteca hace ya más de 4 años; aquella hermosa noche en que el estúpido amor andaba nublando el aire alrededor de nosotros (y de algunas parejas más) y entre risas y salsa la noche paso rápido. Ya era momento de volver a casa y él fue quien me llevo hasta la puerta de ella, y ahí, justo en la puerta de mi casa, fue donde todo cambió, él acerco sus labios, los míos sonrieron, y se juntaron nuestras almas para siempre. Lo siento, no pude evitar la cursilería (jajaja).

Nunca tuvimos una “relación”, nunca hablamos al respecto, nunca nos hicimos ningún tipo de pregunta, nunca nos reclamamos completamente nada, todo era simple y sin drama, nos sentíamos muy cómodos uno con el otro, como si nos conociéramos de toda la vida o de alguna vida anterior, éramos completamente sinceros porque no teníamos nada que perder, cada uno tenía completa independencia y ninguno se sentía obligado de ninguna manera, el cariño estaba sobre entendido, sin cursilerías ni sentimentalismos, era algo raro y en su estado puro.

 Quizás ésta situación, la anteriormente explicada, fue la que no nos permitió construir algo sólido, lo nuestro era (y es) algo tan denso, estábamos juntos  pero no lo estábamos, si andábamos muy ocupados, llevábamos lo nuestro a segundo plano y seguíamos con nuestras vidas; porque, por más extraño que parezca, el destino siempre nos volvía a encontrar, y sin mayor explicación ni intercambio de palabra retomábamos lo nuestro, como si nada nunca hubiera pasado.

A pesar de todo esto hemos logrado mantenernos cerca (figurativamente) durante todo este tiempo, aunque él este lejos o yo este demasiado ocupada, a pesar de algunos giros de la vida y cambios de planes de último minuto, nunca nos hemos dejado de lado, no nos hemos olvidado uno del otro ni de lo que hay entre nosotros, no nos hemos dejado ir hasta ahora.

Él está trabajando en otra ciudad, donde vive su madre; yo estoy atrapada en esta ciudad hasta que termine la universidad, que será bastante pronto; aun así estamos en contacto constante, los celulares y el internet nunca fueron mejor utilizados en nuestras vidas.

Hace un tiempo hablamos por primera vez sobre lo nuestro, nos confesamos algunas cosas que ya sospechábamos, como que siempre nos quisimos de verdad, que es cierto que nuestra historia empezó cuando yo tenía 11 y él me saco a bailar esa salsa que hasta ahora sigue siendo mi favorita, que nos extrañamos mucho y que deseábamos tanto estar uno al lado del otro; y todo se sintió tan real, y porque no, quizás lo sea; no es necesario etiquetar algo de manera convencional para que sea real.

En fin, no debería estar enamorada de éste chico, pero hablando con mi mejor amigo Mansito llegue a la conclusión de existe una muy alta probabilidad de que Chata sea el amor de mi vida, aunque suelo negarlo y decir que no puedo enamorarme de él, no, no; aunque sé que ya es muy tarde para pensar en eso.


miércoles, 18 de enero de 2012

¡Si tomas, No llames!


Aunque lo neguemos tenemos que reconocer que nos gusta que nos llamen borrachitos, no cualquier borrachito claro está, pero sí, nos gusta esas llamadas en las que entre balbuceos y repeticiones los borrachitos intentan explicarnos lo que sienten por nosotras; si están lejos, cuanto les gustaría estar cerca; si ya es pasado, cuanto lamentan no haber podido hacer más; si están con nosotras, reafirmando su cariño hacia nosotras.

¿Será cierto acaso que los borrachos no mienten? Muchas lo creemos cierto, y es que cuando los chicos se pasan de copas el sentimentalismo les sale a flor de piel y nos dicen todo aquello que la sobriedad no se lo permite, y todo lo que dicen suena tan sincero, son como niños tratando de explicarte que es el sol.

El único problema que le puedo encontrar es que suele ser a altas horas de la madrugada, pero creo que vale la pena porque, personalmente, me pone de muy buen ánimo saber que en algún lado un borrachito siente algo bonito por mí.

Ahora, cuando nosotras somos las protagonistas es otra la historia, porque ellos no piensan como nosotras; mientras nosotras los vemos tiernos, ellos nos ven arrastradas, mientras ellos se ven cariñosos, nosotras nos vemos necesitadas,  y créanme, nunca queremos vernos así frente a ellos.

Y es que cuando nosotras nos pasamos de copas, no razonamos muy bien que digamos. A nosotras nos sale mejor sobrias, el alcohol no nos sirve para expresar nuestros sentimientos, nuestros sentimientos afloran mejor sin copas encima; a ellos el alcohol les ayuda para decirnos lo que sienten, pero para nosotras puede ser algo perjudicial.

Los teléfonos deberían tener un modo “borrachera”, como lo tienen para “avión” o “reunión”, para así evitar llamar en esas situaciones y pasar vergüenza; pero no lo tienen, así que debemos controlarnos y bueno decirle a los chicos que no nos llamen cuando este borrachitos, aunque sé que a muchas nos gusta. ;)

Así que ya saben, si toman, no llamen; tampoco manejen, que la vida es muy preciada para arriesgarla tan tontamente.

viernes, 13 de enero de 2012

¡Sácate El Clavo!


Hubo una época, algo corta en realidad, en que me gustaba mucho un amigo mío; él era  muy lindo, simpático y muy coqueto, me tenía muy distraída y empezaba a afectar mi vida, entonces decidí tomar cartas en el asunto, aproveche mi poca vergüenza y empecé a coquetearle descaradamente, él por su naturaleza me respondía, entonces entendí que podíamos estar en este juego muchísimo tiempo.

Era hora de dar un paso más, así que le dije para salir un día solo los dos y a él le pareció una buena idea; entonces teníamos una “cita” y yo me sentía muy ansiosa por ella.

Nuestra “cita” fue genial, nos encontramos por el centro, los dos muy lindos y arreglados, andamos abrazados por las calles buscando un lugar donde tomar unas cervezas, nos sentamos en una mesa para dos, no paramos de hablar y reír y tomar una tras otra tras otra cerveza, y llego el momento en que nos miramos a los ojos, nos sonreímos y acercando los labios nos dimos ese gran beso esperado; desde ahí la noche paso muy rápido entre música, bailes, besos, risas, más bailes, besos y más besos.

Como éramos amigos y compañeros en la universidad, el primer día de la siguiente semana volveríamos a vernos, entonces decidí como manejar esta situación; como solo salimos una vez creí que era mejor no complicar nada y cuando llego el día de volvernos a ver éramos nuevamente amigos, los de siempre; lo que paso entre nosotros se quedo entre nosotros.

Todo parecía haber vuelto a la normalidad a excepción de algo que en mi iba cambiando. Yo siempre he sido muy distraída, aún más cuando se trata de descifrar mis propios sentimientos y emociones, por lo que no me di cuenta de esto antes, cuando aún era algo manejable, y me di cuenta algo tarde.

Lo que pasó es que este amigo mío empezó a gustarme de más, demasiado diría yo, no podía dejar de pensar en él, cada vez que estaba a su lado me sentía de forma diferente, me sentía bien, muy bien. Debía hacer algo y rápido, no podía seguir así, como lo dije en un inicio, empezaba a afectar mi vida cotidiana, entonces solo encontré dos salidas, una mejor que la otra, o le decía lo que sentía o lo callaba para siempre y olvidaba todo.

Adivinen que elegí.

Y si, decidí decírselo; todos los días era El Día de decírselo pero siempre pasaba algo que no me dejaba hacerlo, entonces lo analice bien y pensé que quizás ya no era tan importante y estaba a punto de dejarlo así, pero la ansiedad crecía; al final el destino y el anhelo encontraron la forma de darnos un momento a solas, aproveche y se lo dije; no fue gran cosa, solo le dije que me gustaba mucho y me sentí sin un gran peso encima, más liviana, más ligera, mejor.

En realidad mi objetivo no era llegar a tener una relación con él, solo quería decirle lo que sentía, sacarme el calvo; lo que vino después es otra historia;  siempre fuimos buenos amigos y después de esto seguimos siéndolo, podría decir que hasta más cercanos que antes.

En fin, lo que quiero transmitir con esto es que nunca está de más decirle a esa persona que te gusta, por el simple hecho de hacérselo saber, lo que pase después ya será otra historia ;)

¿Qué dices, te arriesgas?

jueves, 12 de enero de 2012

Las Buenas Costumbres Guardatelas Para Cuando Te Cases


Mi mejor amigo sobre la tierra es Mansito, es mi confidente y maestro en algunos caminos que desconozco a estas alturas de la vida. Siempre hablamos de nuestras cosas y, como es de presumirse, de nuestras relaciones “amorosas”.

Los dos estamos solteros (pero nunca solos), o sea, no tenemos una relación de enamorados con terceras personas; pero si salimos con varias personas y nada se complica porque nada tiene una relevancia sentimental, solo se trata de pasar un buen rato.

Hace poco tiempo hablaba con él sobre esta situación de salir con varias personas y le explicaba que ya me estaba empezando a preocupar esta situación; no es que me estuviera yendo mal, sino que sentía que quizás era tiempo de sentar cabeza y tener una relación de verdad; pero el me dijo algo que me hizo sonreír y volver a mi estado de relax de siempre, el me dijo: “somos jóvenes aun, tus buenas costumbres guárdatelas para cuando te cases, mientras disfrutemos de la vida”.

Y tiene mucha razón ¡somos jóvenes aun! En realidad yo no le hacía daño a nadie, los chicos con los que salía sabían que solo salíamos  y no tenían la esperanza de tener una relación de forma posterior; por otra parte, tanto yo como los chicos con los que salía, éramos libres de hacer con nuestras vidas lo que deseáramos (ellos también salían con otras chicas), era un pacto perfecto, nadie salía dañado y nadie se sentía presionado de ninguna forma.

Tampoco era un gran escándalo lo que hacíamos, siempre supimos que mantener el perfil bajo en una ciudad tan pequeña como la nuestra era la perfecta estrategia para una vida sin dramas ocasionados por malhablados, chismosos y envidiosos.

En fin, lo que hacíamos no le hacía daño a nadie, nos mantenía entretenidos de forma sana y no causaba efectos mayores. Entonces ¿porqué dejar de hacerlo?

Fue una gran conversación con Mansito (casi todas nuestras conversaciones son grandes) y una vez más me confirmó porque es mi mejor amigo sobre la faz de la tierra; él me entiende, y me entiende porque es como yo, y me conoce en todas mis magnitudes, con errores, defectos y torpezas, y por sobre todo me quiere tal y como soy, y yo lo quiero a él.

Por mi parte aun no me siento lista para tener una relación de verdad, puede que sea porque aun no encuentro a la persona adecuada, pero seguro que ya llega, esto no me quita el sueño. J