Hubo una época, algo corta en
realidad, en que me gustaba mucho un amigo mío; él era muy lindo, simpático y muy coqueto, me tenía
muy distraída y empezaba a afectar mi vida, entonces decidí tomar cartas en el
asunto, aproveche mi poca vergüenza y empecé a coquetearle descaradamente, él
por su naturaleza me respondía, entonces entendí que podíamos estar en este
juego muchísimo tiempo.
Era hora de dar un paso más, así
que le dije para salir un día solo los dos y a él le pareció una buena idea;
entonces teníamos una “cita” y yo me
sentía muy ansiosa por ella.
Nuestra “cita” fue genial, nos encontramos por el centro, los dos muy lindos
y arreglados, andamos abrazados por las calles buscando un lugar donde tomar
unas cervezas, nos sentamos en una mesa para dos, no paramos de hablar y reír y
tomar una tras otra tras otra cerveza, y llego el momento en que nos miramos a
los ojos, nos sonreímos y acercando los labios nos dimos ese gran beso
esperado; desde ahí la noche paso muy rápido entre música, bailes, besos,
risas, más bailes, besos y más besos.
Como éramos amigos y compañeros
en la universidad, el primer día de la siguiente semana volveríamos a vernos,
entonces decidí como manejar esta situación; como solo salimos una vez creí que
era mejor no complicar nada y cuando llego el día de volvernos a ver éramos
nuevamente amigos, los de siempre; lo que paso entre nosotros se quedo entre
nosotros.
Todo parecía haber vuelto a la
normalidad a excepción de algo que en mi iba cambiando. Yo siempre he sido muy
distraída, aún más cuando se trata de descifrar mis propios sentimientos y
emociones, por lo que no me di cuenta de esto antes, cuando aún era algo manejable,
y me di cuenta algo tarde.
Lo que pasó es que este amigo mío
empezó a gustarme de más, demasiado diría yo, no podía dejar de pensar en él, cada
vez que estaba a su lado me sentía de forma diferente, me sentía bien, muy
bien. Debía hacer algo y rápido, no podía seguir así, como lo dije en un
inicio, empezaba a afectar mi vida cotidiana, entonces solo encontré dos
salidas, una mejor que la otra, o le decía lo que sentía o lo callaba para
siempre y olvidaba todo.
Adivinen que elegí.
Y si, decidí decírselo; todos los
días era El Día de decírselo pero siempre pasaba algo que no me dejaba hacerlo,
entonces lo analice bien y pensé que quizás ya no era tan importante y estaba a
punto de dejarlo así, pero la ansiedad crecía; al final el destino y el anhelo
encontraron la forma de darnos un momento a solas, aproveche y se lo dije; no
fue gran cosa, solo le dije que me gustaba mucho y me sentí sin un gran peso
encima, más liviana, más ligera, mejor.
En realidad mi objetivo no era
llegar a tener una relación con él, solo quería decirle lo que sentía, sacarme
el calvo; lo que vino después es otra historia; siempre fuimos buenos amigos y después de esto
seguimos siéndolo, podría decir que hasta más cercanos que antes.
En fin, lo que quiero transmitir
con esto es que nunca está de más decirle a esa persona que te gusta, por el
simple hecho de hacérselo saber, lo que pase después ya será otra historia ;)
¿Qué dices, te arriesgas?
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