Cuando
salimos con alguien y empezamos a conocerlo y este alguien empieza a gustarte
cada vez más, solemos empezar a idearnos las cosas que haremos junto a ese
alguien, los viajes, las nuevas personas que conoceremos juntos, las posibles peleas,
los detalles que tendremos entre nosotros, las reconciliaciones, la evolución
de la relación y a veces hasta como terminara (dramáticamente, por supuesto).
Toda
esta idealización provoca en nosotras varios sentimientos encontrados, pero más
aún nos crea expectativas, y estas expectativas son cada vez mayores al pasar
el tiempo y cuando más te proyectas, más te desilusionas.
Siempre
he creído que tener altas expectativas es bueno, no conformarse con poco o con
lo que en realidad no estás buscando es muy saludable, siempre y cuando estas
expectativas tengan una base real. Proyectarse tampoco es malo, pero debemos
mantenernos con los pies en la tierra, el cerebro despierto y el corazón
tranquilo.
Entonces
cuando empiezas a salir con alguien no debes apurarte a planear la boda, la
luna de miel y el nombre de los hijos (yo se que alguna vez todas lo hemos
hecho); porque pensar en cosas que aún han pasado (y quizás no muy pronto lo
harán), no te permiten darte cuenta de lo que está pasando justo en este momento,
y lo que está pasando en este momento es lo único real.
Una
relación tiene etapas y no es bueno quemar etapas; cuando estás en una relación
debes intentar disfrutar cada momento porque, como dice esa canción de salsa, “todo tiene su final, nada dura para siempre”
(con las excepciones del caso, claro está).
Así
que, relájense y disfruten todo, hasta lo más insignificante, para que cuando
llegues al final puedas decir “fue lindo
mientras duro” sin arrepentirte de no haberlo disfrutado lo suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario