sábado, 10 de diciembre de 2011

Bienvenida!


A que tú eres una de las tantas a quien de niña le contaron cuentos de hadas con príncipes azules y finales siempre felices.

¡No te sientas mal!

Creo que casi todas las mujeres (aunque algunas no lo quieran aceptar) han creído que en algún momento de sus vidas, en un giro del destino, un giro muy romántico por supuesto, llegaría el hombre perfecto, de esos con un cuerpazo, sonrisa perfecta, mandíbula marcada y educadísimo, culto y que nos trate como unas reinas y nos ponga el mundo a los pies y bla bla bla…

Lo siento ¡tenía que dejar de decir tantas estupideces! Y es que ya es hora de que te vengas a enterar de que ¡LOS PRÍNCIPES AZULES NO EXISTEN! Si, lo sé, esta información es un poco cruda y quizás les cambie el mundo a algunas (espero no sean muchas) pero es la pura verdad.

Es hora de dejar de vivir basadas en cuentos de hadas, pisar tierra, ser un poco más lógicas y analizar mejor las cosas.

Otro de nuestros errores es creer que nuestra vida sentimental puede asemejarse a las películas de Hollywood, las comedias románticas son eso: COMEDIAS; están ahí para entretenernos, hacernos olvidar por un par de horas la vida real; pero al salir de la sala de cine debemos volver a pisar tierra.

No digo que perdamos toda esperanza en el amor y la vida, no debemos perder la ilusión NUNCA, pero creo que debemos abrir los ojos y darnos cuenta  de que lo que nos contaron antes de dormir cuando teníamos 7 son CUENTOS; y no querrás que a estas alturas de la vida vengan a contarte cuentos ¿o sí?

Entonces como primer paso debemos hacer lo siguiente:

Primero debemos grabar muy bien en nuestras cabezas que los príncipes azules y galanes de película son personajes de FICCION.

Después de tener esto muy bien grabado podremos fácilmente matar a los príncipes azules que nos han vendido toda nuestra vida para así poder finalmente ver a los hombres como lo que son:

Seres humanos de carne y hueso, sin halos brillantes alrededor, ni chispita en la sonrisa; simples animales (porque todos somos animales) con sentimientos y necesidades (no necesariamente en ese orden y no necesariamente en  proporciones equilibradas) y en fin simples mortales como nosotras.

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