lunes, 12 de diciembre de 2011

He Got The Look … But That’s It


Cuando tenía 16 años conocí a un chico que se llamaba Fernando; solo lo vi por unos segundos cuando me lo presento mi buen amigo Edupi, y  mi primera impresión fue la de un tipo bastante guapo, grandes ojos claros, piel canela, de buena estatura y con una linda sonrisa.

Después de unos días mi buen amigo me dijo que Fer (así le decía) quería salir conmigo y él tenía que hacer de intermediario. Al inicio le dije que no, no me parecía buena idea, ni si quiera lo conocía, pero él insistió y como se trataba de un buen amigo,  al final accedí.

Entonces llego el día en que saldría con Fer, nos encontramos en una plaza del centro, lo salude y fue ahí donde note algo peculiar, pero lo deje pasar por ese momento (no me gusta juzgar a la gente rápidamente, siempre les doy el beneficio de la duda) empezamos a caminar avenida abajo y el empezó a hablarme, hacerme algunas preguntas generales y contarme un par de cosas de él, y podía ser todo lo guapo que sea, pero debía salir corriendo de ahí.

Lo que pasa es que ese lindo chico de ojos claros, amplia espalda y piel canela tenia la ridícula voz de una hormiga en helio; no estoy exagerando, en serio su voz era ridícula. No podía hablar con él sin estar al borde de la risa. Y si, gracias a la llamada de una amiga, fingí tener una pequeña emergencia relacionada con mi madre (los chicos tienen una especie de fobia con las madres) me despedí y nunca más volví a verlo.

Lección del Día: No todo se trata del físico. Si es bueno distraer los ojos, pero no lo es todo.

Por mi parte prefiero un chico con un gran sentido del humor y que sea lo suficientemente inteligente como para poder mantener una conversación de más de 30 minutos. 

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