Es mejor que lo sepan desde
ahora, no soy una chica muy normal, aunque normal en estos días es un concepto
poco descifrable.
No quiero que se aterren así que
les diré toda la verdad, que nada puedo perder.
Soy una chica de 22 años de edad,
estoy terminando mi carrera profesional y puede que pronto empiece a trabajar
pero no quiero perder mi esencia. Siempre he sido muy extrovertida y muy
espontanea. Agradezco/culpo de todo a mi Madre (a veces siento que es bueno y otras
que es malo), siempre me dejo crecer como florecita salvaje y por eso la amo.
Salto y canto y bailo en las calles, no sé muy bien lo que es la vergüenza,
tampoco me gusta la tristeza ni la depresión, sonrió para ser feliz no porque
este feliz y siempre me he abierto a la gente porque no me importa lo que los
demás piensen, mientras yo sea feliz todo estará bien.
Mi madre ha sido y es una mujer
muy trabajadora, madre soltera de 4 hijos y no ha tenido mucho tiempo para
dedicarme, así que prácticamente todo lo que se lo he aprendido sola. Soy la
última de los 4 hijos de mi madre y a pesar de haber tenido una hermana mayor,
ella no estuvo mucho tiempo en casa, por tanto me críe con 2 hermanos varones.
Aprendí a defenderme de mis hermanos porque eran muy molestosos y aprendí a
golpear, y muy duro.
Cuando yo tenía 11 años nos
mudamos a un Conjunto Habitacional, es aquí donde empieza todo. No estaba
acostumbrada a los vecinos, siempre cambiábamos de casa muy rápidamente, nunca
me acostumbre a ningún barrio y nunca tuve amigos de barrio. Es en este
conjunto habitacional donde conozco a mis primeros amigos y de forma muy
peculiar logro relacionarme mucho mejor con los niños que con las niñas, es
más, las niñas no me querían demasiado por decir menos, pero me hago amiga de
todos los niños del conjunto habitacional. Éramos 4 niños y yo, de arriba para
abajo, jugando futbol y reventando cuetillos, ensuciándonos a más no poder y
pasando las tardes sin hacer más que perder el tiempo.
A los 11 años también es cuando
empiezo a estudiar inglés en el conocidísimo ICPNA, para estas alturas mi madre
estaba muy bien establecida en el negocio del turismo y tenia (y hasta ahora
tiene) una agencia de turismo y no tuvo mejor idea que yo vaya a la agencia
casi todos los días para practicar mi ingles. La agencia de mi madre queda en
la plaza de armas de la ciudad y nunca me he quejado de ir. Me encantan los
idiomas y era una gran oportunidad para hablar mejor el inglés; era también una
gran oportunidad para conocer un poco más de la ciudad, puesto que a la vuelta
de la agencia de mi madre había (y lamentablemente ya no hay) un gran
establecimiento de videojuegos, lo que yo llamo Maquinitas.
Era el Bing Bang, y podría decir que casi 4 años fue mi segundo hogar.
Cada que podía me escapaba de la agencia para jugar un par de fichitas, fue
aquí donde conocí a la gran mayoría de mis amigos de toda la vida, “amigos de la infancia” nos llamamos hoy
en día. Una vez más me relacione mejor con los chicos que con las chicas, pero
otra peculiaridad es que estos amigos míos me llevaban por unos 5 años, ellos
estaban en 5to de secundaria y yo en 6to de primaria.
Puede que aquí fue donde aprendí
casi todo lo que se de la vida; al juntarme con chicos mayores vi las cosas
desde otro punto de vista, ellos me cuidaban como a su hermanita menor y yo
empezaba a conocer cómo eran los chicos en realidad.
Siempre los acompañaba los
viernes y sábados por las noches en el portal del Bing Bang y cuando lo cerraron, nos volcamos a la plaza misma.
Fueron los mejores años de mi vida, aun los recuerdo con nostalgia y una gran
sonrisa; y a esos amigos aun los veo, no a todos puesto que algunos ya son
parte de la fuga de talentos y profesionales y otros ya tienen familia o están
casados, pero siempre quedan los que aun tienen tiempo para salir a recordar
buenos tiempos.
En fin, a lo que quería llegar es
que siempre he crecido rodeada de chicos en mi vida, he aprendido como actúan y
como piensan de primera mano, aparte de que al pasar tiempo con gente mayor que
yo, he madurado un poco antes que las chicas de mi edad.
Puede que aun no me entiendan,
pero lo que pasa es que al mi madre dejarme ser y mi vida estar rodeada de
chicos he aprendido a pensar como ellos y no vivir presionada por prejuicios y
morales impuestas por mi familia.
Soy una mezcla muy extraña e
hincho el pecho al decirlo, me siento orgullosa de no ser como los demás, me
siento bien de haber aprendido a ser tolerante con todos, no permito que nadie
intente hacerme sentir mal por como soy y me siento aun más feliz de no pensar
como todas las chicas.
Pensar como chico no es tan malo,
ya que los chicos que me lo enseñaron eran chicos con un gran fundamento moral
y ético (tiempos aquellos) muy educados e inteligentes. La palomillada también
me la enseñaron, aunque mi familia también contribuyo en esto, me la llevare
como un legado hasta la tumba.
Solo intento que entiendan porque
quiero matar a sus príncipes azules. Es que a mí nunca me vendieron príncipes
azules, nunca me gustaron las telenovelas, a mi madre no le gustaban tampoco
(las telenovelas te pudren el celebro, aun mas los culebrones mexicanos) y
desde muy corta edad aprendí a ver a los chicos sin sentirme intimidada por
ellos, de forma que no son algo extraordinario para mí.
Los chicos no son de otra especie
y suelen ser aun menos complicados que nosotras, no es tan difícil entenderlos
como son y no como queremos que sean.
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